La región de Asosa, en Etiopía, podría albergar la mina de oro más antigua del mundo, ya explotada por la civilización egipcia y que pudo proporcionar a la reina de Saba el oro que regaló al rey Salomón de Israel, hace 3.000 años. Pero además, podría tratarse de uno de los yacimientos sin explotar más grandes del mundo.
Según las investigaciones de Liam Bullock, investigador residente de la Universidad de Aberdeen (Escocia), publicadas en The Conversation, bajo la antigua mina podría encontrarse un yacimiento de oro mucho mayor de lo que se había considerado.
La región de Asosa alberga numerosas planicies, valles, crestas montañosas, ríos y arroyos, en los que los habitantes locales buscan oro con métodos tradicionales. Una zona que ya había sido explotada en la década de los 30 del pasado siglo, durante la dominación italiana.
El antiguo emperador de Etiopía, Haile Selassie, quien gobernó entre 1930 y 1974, estaba convencido de que el país tenía el potencial suficiente como para convertirse en un líder mundial en producción de oro.
Sin embargo, cuando el Consejo Administrativo Militar Provisional (conocido como Derg) derrocó al emperador y comenzó la guerra civil en el país, la minería de oro desapareció de la actualidad durante más de 15 años. Hubo que esperar hasta principios del siglo XXI para que el Gobierno volviera a conceder licencias de explotación minera.
Desde entonces, como señala Bullock, se han establecido diversas minas en el país, aunque ninguna de ellas en Asosa. En esta región ha estado realizando prospecciones la compañía egipcia Ascom, que localizó importantes muestras de oro en 2016 y calculó el volumen del yacimiento en unas 48 toneladas de oro.
La geología de la región de Asosa incluye diversos tipos de rocas sedimentarias y volcánicas que se formaron hace más de 60 millones de años y que, con el paso del tiempo y la actuación de las fuerzas geológicas, se han ido fragmentando en fallas de varios kilómetros de longitud y venas de apenas unos centímetros.
Algunas de estas venas contienen cuarzo y es aquí donde, con el paso del tiempo, se han ido acumulando metales preciosos como oro y plata, procedentes de las capas interiores, que ascendieron hasta la superficie mediante un proceso conocido como subducción.
Según Bullock, “nuestras observaciones sobre el terreno sugieren que el oro debería ser especialmente abundante en toda la región de Asosa, tanto en las venas de cuarzo como en las rocas de esquisto y pegmatita. También hemos detectado la presencia de importantes yacimientos de grafito, un mineral importante para la fabricación de pantallas táctiles y baterías de ion-litio”.
En su opinión, hay mucho más oro acumulado en esta zona del que se ha descubierto hasta ahora, lo que constituye una prometedora fuente de ingresos para el Gobierno durante los próximos años. “Probablemente, no exageramos si decimos que el potencial de los yacimientos de oro de Etiopía podría rivalizar con el de Sudáfrica y situar a este país entre los cinco mayores productores mundiales de este metal”, señala.
De todas formas, quedan algunos retos que superar, entre ellos las restricciones por parte del Gobierno, ya que la región de Asosa cuenta con una importante fauna salvaje y abundante vegetación.
Bullock también apunta que es necesario establecer una buena relación con la población local y demostrar el máximo respeto por su cultura. “Es la forma más ética de actuar. De lo contrario, se pueden complicar las relaciones con las autoridades de la capital. Ello incluye preservar la belleza natural de la región, ya que la minería de oro cuenta con una dudosa reputación internacional de daños al medio ambiente”, señala.