Las menciones al patrón oro han sido recurrentes en torno a la política económica de los Estados Unidos desde que el pasado mes de noviembre Donald Trump se impusiese a Hillary Clinton en las elecciones a la Presidencia del país. Además de que su llegada ha supuesto un nuevo impulso para el precio del oro, beneficiado por la incertidumbre política y económica que su elección ha generado, el propio Trump ha dado alas a estos rumores rodeándose de asesores de confianza que anteriormente ya han manifestado su favorable opinión a la inversión en oro físico o incluso a la vuelta al patrón oro.
Desde la prestigiosa revista norteamericana Forbes han añadido leña al fuego, con un artículo firmado por Ralph Benko, en el que se pide al presidente norteamericano que apueste por el oro en vez del dólar como la moneda global, para “volver a engrandecer América”.
El artículo pone de relieve que, en la actualidad, la auténtica moneda global es el dólar. La mayoría de las transacciones comerciales internacionales se realizan en dólares. De hecho, fue en la Conferencia de Bretton Woods donde el sistema monetario internacional invistió al dólar (por entonces convertible legalmente en oro, a razón de 35 dólares la onza) con el estatus de moneda global. Un “exorbitante privilegio”, como lo calificó entonces el que fuera presidente de la República Francesa, Valéry Giscard d’Estaign.
Un privilegio que se basa en algo tan sencillo como que a la Oficina de Acuñación e Impresión estadounidense apenas le cuesta unos centavos producir un billete de 100 dólares, mientras que otros países tienen que producir mercancías reales por valor de 100 dólares para obtener uno de esos billetes. Pero este privilegio, que tenía sentido en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, acabó por convertirse en una maldición.
Como relata el artículo de Forbes, en 1971 el entonces presidente Richard Nixon, a instancias del Secretario del Tesoro, John Connally, suspendió temporalmente la convertibilidad del dólar en oro. Una suspensión temporal que se hizo definitiva, lo que propició que el dólar adquiriese el carácter de moneda global.
Lo que al principio era un “exorbitante privilegio” se convirtió en una “exorbitante responsabilidad”. Como explicó John D. Mueller, del Centro de Ética y Política Pública, en un reciente artículo publicado en el Wall Street Journal, “un sistema monetario basado en una divisa reserva es insostenible, ya que las reservas extranjeras oficiales en dólares se deben adquirir y pagar con mercancías. En otras palabras, el incremento en las reservas oficiales en dólares equivale a las exportaciones netas del resto del mundo, lo que significa que también debe igualar el déficit de pagos internacional de los Estados Unidos, una situación insostenible”.
Así que, si el presidente Trump quiere afrontar el problema del déficit comercial de América, se va a encontrar con que permitir que el dólar se use como moneda global constituye un grave problema.
El artículo de Mueller en el Wall Street Journal explica las tres opciones que tiene el presidente Trump al respecto: primera, salir del paso y seguir con el actual “patrón dólar”, una postura apoyada por los países extranjeros resignados y por algunos estadounidenses nostálgicos; segunda, convertir el Fondo Monetario Internacional en un banco central del mundo, que emita papel moneda como reserva, una propuesta apuntada por Keynes en 1943 y que cuenta con el inconveniente de que el FMI no produce bienes; y tercera, adoptar un patrón oro modernizado internacional, como el que se propuso en 1960 y en 1984.
Tanto la primera opción (que no casa con la promesa de Trump de volver a engrandecer América) como la segunda (opuesta al nacionalismo económico que propone el presidente de EE UU) parecen inviables. Eso deja el camino libre hacia la tercera opción.
Como señala el artículo de Forbes, Trump ha demostrado más de una vez su afinidad por el oro y opina que el patrón oro fue fundamental para que América fuera grande: “teníamos un país realmente sólido porque se basaba en el patrón oro”, señaló en marzo del año pasado a la WMUR TV el año pasado, aunque se lamentó de que sería muy difícil imponerlo de nuevo, “ya que no tenemos el oro; está en otra parte”.
En GQ, el presidente también comentó: “sería muy complicado volver a imponer el patrón oro, pero sería maravilloso. Tendríamos un estándar sobre el que basar nuestro dinero”.
En lo que Trump se confunde es en su afirmación de que “ya no tenemos el oro”. De hecho, Estados Unidos, el FMI y Alemania juntos tienen tanto oro como el resto del mundo. Y EE UU tiene más que el FMI y Alemania juntos.
Así que, como concluye el artículo, si América tiene el oro, no será tan difícil imponer de nuevo el patrón oro.