El oro es dinero, tiene valor en sí mismo y es aceptado en todo el mundo, de eso no cabe duda. Esto es lo que debieron de pensar los ladrones de la réplica en oro del módulo lunar del Apolo 11 -el primer vehículo en alunizar- sustraída el pasado viernes del Museo Aeroespacial Neil Armstron, desconocedores de que además de su valor material, tiene un valor simbólico incalculable.
La pieza robada del «Armstrong Air and Space Museum» (Ohio, EEUU), es de 18 quilates de oro y tiene una altura de 12,7 centímetros. Fue encargada por el diario francés ‘Le Figaro’ al afamado joyero Cartier y costeada con el donativo de los lectores.
En total se hicieron tres réplicas del módulo lunar del Apolo 11, que fueron entregadas a los tres míticos astronautas de la misión: Neil Armstrong, ‘Buzz’ Aldrin y Michael Collins, durante una visita a París en 1969.
Se teme que los ladrones hayan apostado por la fundición de la réplica, como tristemente se sospecha que ha ocurrido con otras piezas históricas de oro robadas de museos de todo el mundo, siendo uno de los casos más recientes el de la moneda de oro puro de 100 kilos de peso que se exhibía en el Museo Bode de Berlín.
Esta hipótesis es la que mantiene el agente de la NASA Joseph Gutheins Jr., quien afirmó que el museo Neil Armstrong posee una roca lunar traída a la Tierra de la misión del Apollo 11, de dimensiones superiores a las de otros museos, que podría ser vendida por millones de dólares a coleccionistas de objetos especiales, pero los ladrones se decidieron por la pieza de oro.
La Policía de Ohio fue la encargada de anunciar la triste noticia del robo en su cuenta de Facebook, mientras que el museo, también desde su página de esta red social, lamentó este hecho y destacó que «no se puede robar un museo porque un museo no ‘posee’ cosas. Somos transmisores del interés público. Nos preocupamos por los objetos para que el público no tenga que hacerlo».